martes, 9 de agosto de 2016

Los riesgos no se determinan


En el control, “el diagnóstico reveló que se 
trataba de un embarazo gemelar con riesgo 
para los tres”; lo de dos hijos no fue nuevo 
para mí, pero la parte “del riesgo”, sí, pues 
no entendí los términos médicos del peligro 
que correríamos.

En lo único que enfatizó el doctor González 
fue que nacerían por cesárea. Causa por la 
cual hubo la necesidad de cambiar de clínica, 
nombrar médico pediatra “exclusivo”
especializado, que venía del exterior, el doctor 
Héctor Páez Romero, quien al hacerse cargo de las 
bebitas a su nacimiento, -humanamente- solo me
dijo: “una de las niñas viene muy pequeñita 
tiene las orejitas un poco más abajo”.

"La hoja del árbol no se mueve,
sin la voluntad de DIOS"
Cuando se es madre de –leche y miel- a uno no le 
preocupa el lugar de las orejas, solo es importante 
que respire y lo demás pasa a un segundo plano.
Porque, como dice el refrán: 
"No le hace que nazca chato,
con tal que respire bien".
Con lo anterior, acababa de enterarme que eran 
niñas, el sexo no se vio en la ecografía, Susana 
estaba enrolladita en sí misma y tapaba a Sarita.

Su desarrollo intrauterino no fue el común de 
los fetos, por la gestación anticipada de dos 
meses de su gemela, no había espacio para que 
Susana desenvolviera su cuerpecito y la cabecita 
no salió de entre las piernas, al punto de parecer 
“una bola”, causa por la cual se habían alertado 
los médicos.

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