Hace más o menos cinco años (2006), he tomado cuenta que Susana a determinada hora enciende el televisor para un específico programa elegido por ella.
Esta circunstancia no es casual.
Esta circunstancia no es casual.
Seguí observando comportamiento en lo que se refiere al horario.
Así empecé a sorprenderme con las invitaciones a participar de la Eucaristía, transmitida por televisión y especialmente a la Misa presencial en el convento de las Sacramentinas, los jueves a las 5 p.m.
En esta situación, no solo es el horario, sino también el día.
Poco a poco, y por la dedicación y disciplina para acolitar al sacerdote celebrante, me di cuenta que también sabía a qué hora debíamos partir.
Dir. Nal. DD. de Autor – Radicación 8050, 1996
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