Llevado al Cielo por los Reyes Magos, personajes
que entraron en mi alma infantil y se quedaron…
El Padre Antonio, otro santo apóstol, que pasó la
mayor parte de su vida trabajando por los indígenas del Cauca, como todos los
misioneros italianos que llegan a Colombia para llevar el ROSTRO DE CRISTO.
Enfermos, sin familia genética, vuelven a la urbe para seguir sirviendo
a la comunidad y a los colombianos. Han dejado TODO en las selvas de nuestro país. Hoy, como
auténticos misioneros, los colombianos siguen su ejemplo en treinta y cinco países
o más.
Ayer, a mi regreso de la Pérgola de la Niña María, más
o menos a las 6 p.m., un sentimiento, difícil de describir, tocó a la
puerta de mi corazón. Comenté, sin mayores detalles a mi esposo…
Luego de llegar a casa, nos dirigimos a la Eucaristía
de las 7 p.m., Susana se alistó para acolitar.
El Sacerdote que oficiaba, con la mirada baja… anunció
la intención sobre: “encomendar al SEÑOR al Padre ANTONIO BONANOMI”, explicó a
los feligreses de quien se trataba, Italiano de los Misioneros de la Consolata a
quien nosotros debíamos conocer y que por asuntos de salud estaba en su patria.
Desconcertada imploré ante el SAGRARIO.
Miré hacia el altar para observar a mi hija. La vi distante… Me pregunté
si ella habría captado de qué se trataba la intención.
Participé de la Eucaristía, sin aislar los sentimientos,
cuyo afecto producía en mi familia la amistad con el Padre Antonio. Su nombre,
pronunciado por Susana, cada día para recordarlo por denominarla “niña”, entregarle
unos dulces o estimular su servicio de /monaguillo/.
HUELLAS DEL
BEATO JOSÉ ALLAMANO.
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