En Colombia los niños empezaron a ser llamados, según el síndrome,
hasta
la década de los 90.
Algunos papás les aceptamos “contra viento y marea”, en el desafío
de la vida, para darles merecido trato familiar.
No quisimos esconderles, abandonarles en orfanatos
o darles en adopción.
Nos refugiamos en el apoyo de la Iglesia, para demostrar,
no solo que son educables, sino que
pueden socializar.
Quienes no se denominan especiales, discapacitados,
limitados y más, se molestan por tener en su entorno
a alguien a quien no le pueden dar un trato similar
al propio. Lastimosamente, continúan siendo en buen
número, discriminados.
Los padres de los niños con algún síndrome han
encontrado en los “aparatos” tecnológicos distractores,
para que sus hijos, se valgan del uso de éstos,
pero ellos no saben hasta que punto, la tecnología
de punta, puede ser transmitida a particulares de
la familia, sin que ellos lo realicen
con mala intención.
Por tanto, recomendación a quienes no soporten la
diferencia para la convivencia, que yo llamaría “corazón
samaritano” o humanidad hacia el desvalido, /cortar
la comunicación de sus aparatos/, para que estén
tranquilos y dejen vivir a los padres de familia y
relacionados, para quienes los niños mencionados,
SÍ son especiales.